Ella camina con paso piso firme, con la cabeza bien alta, con la mirada al frente. Por dentro está deshecha, pero por fuera no quiere que eso se refleje. Tiene los ánimos por los suelos, pero lo soluciona con una sonrisa, aunque en ocasiones sea un poco forzada.
La vida le da la espalda, pero ella continúa y le planta cara. Ella es fuerte tanto que ni ella misma lo sabe, aunque en ocasiones es tan frágil como la porcelana. El día es gris, pero ella lleva gafas de sol. No le apetece, pero sonríe, el tiempo pasa deprisa, muy deprisa, pero ella aprovecha todos y cada uno de los momentos.
Prefiere quedarse en casa, pero sale a comerse el mundo. Porque al fin y al cabo, si ella no lo hace, NADIE lo hará por ella.
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